Boletin Informativo de la Parroquia San Rafael de Asuncion

Inicio » Boletin Parroquial 649 » Iglesia somos todos y sus necesidades son nuestras. La colecta es también Eucaristía (Asunción, 5 de Diciembre de 2010)

Iglesia somos todos y sus necesidades son nuestras. La colecta es también Eucaristía (Asunción, 5 de Diciembre de 2010)


Muchos amigos extranjeros que nos visitaron, manifestaban que podría ser que los paraguayos anduviéramos algo anémicos en algunos aspectos de la vida cristiana, pero a juzgar por la capacidad de ayuda a los necesitados, se reconocía que gozábamos de buena salud. Por eso no deja de causar desazón al observar y confrontar los informes económicos de la parroquia que semanalmente aparecen en el Boletín, cómo el ingreso por colecta de las Santas Misas  ha decaído ostensiblemente en los últimos tiempos, en particular, la realizada de lunes a sábado. Parece que hoy hay quienes se comen los santos pero no sueltan la “guita”.

Durante la misa, en la colecta, hacemos entrega de la ofrenda, que simboliza el deseo de brindar toda tu vida al Señor, ofreciéndole ante el altar, nuestras intenciones, necesidades y esfuerzos. La intención de ofrecernos a Dios, se manifiesta en la contribución que depositamos en la canasta. De esta manera nos unimos a los dones del pan y el vino que serán presentados a Dios, en el altar.

Por eso el ofertorio es una parte de la Eucaristía de extraordinaria importancia, pues en él los cristianos cooperamos al sostenimiento de nuestra propia Iglesia y nos hacemos solidarios con las necesidades de muchos otros cristianos en otras partes del mundo, de los pobres y necesitados, etc. Para un cristiano la espiritualidad no puede no encarnarse, y encarnarse significa también hacerse economía. Un buen termómetro de la verdadera espiritualidad es la cartera.

Este gesto de depositar la ofrenda en las canastas antes de la presentación de los dones y que luego son llevadas al altar, busca introducir a los fieles a una participación cada vez más activa de la liturgia, en la que cada uno pone sus dones sobre el altar junto con el pan y el vino.

La ofrenda sirve para participar más activamente en la celebración de la liturgia y para contribuir con las necesidades de nuestra parroquia mostrando nuestra pertenencia a ella. De esta forma estamos ayudando a mejorar los medios utilizados en la celebración litúrgica. A través de nuestra generosidad, ayudamos a cubrir las necesidades de la parroquia en sus tres dimensiones: religiosa, social y misionera.

Esta ofrenda es para Dios, por ello se realiza en el marco de la celebración de la liturgia eucarística. El apóstol San Pablo nos exhorta a participar en la misa con nuestra ofrenda de la siguiente manera: “Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros reserve en su casa lo que haya podido ahorrar.”

La ofrenda que hacemos en la colecta es una de las formas de expresar la caridad que es, como lo subraya el Santo Padre, “el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza”. Cabe recordar, como leemos en la encíclica “Deus caritas est” que “Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia”.

La generosidad es una dimensión fundamental de la vida cristiana. Por ella el cristiano crece en su libertad para seguir al Señor Jesús haciéndose capaz de compartir sus bienes. Forjar un corazón generoso y desprendido, exige un crecimiento en la fe, un esfuerzo continuo por dejar de poner la seguridad en los bienes materiales, y aprender a confiar en la Providencia amorosa de Dios. Los bienes materiales que poseemos son buenos y queridos por el Señor para nosotros. Sin embargo, ellos tienen su lugar en nuestra vida. Por ello, es importante que nos preguntemos si les estamos dando un recto y responsable uso, recordando que nos son concedidos para que usemos y disfrutemos rectamente de ellos y ayudemos a los demás, desde nuestra riqueza o pobreza. El donarnos nos realiza y despliega. Quien es generoso experimenta la felicidad que el Señor da a quien descubre como San Pablo que: “Hay mayor felicidad en dar que en recibir”. Nuestra generosidad es necesaria para que la Iglesia, de la que somos miembros, pueda realizar su misión evangelizadora y de promoción humana.

Todos sabemos las necesidades inmensas de solidaridad para que nuestros hermanos sean respetados en su dignidad fundamental, para que sean nutridos, tengan cobijo y educación, y a ello se responde con el fruto de nuestra colecta en cada misa.

Hago un llamado especial, particular y personal a cada uno de ustedes, para contribuir y hacernos participes, con nuestra ofrenda en la colecta, en las obras y sostenimiento de la parroquia, en la medida de la capacidad de cada cual, pero recordando que hemos de dar de aquello que tenemos y no de lo que nos sobra.

Guillermo Lesmes

 


Deja un comentario